lunes, 8 de septiembre de 2008

FRUTOS Y SEMILLAS


Una mujer soñó que entraba en una tienda recién inaugurada en la plaza del mercado. Para su sorpresa, descubrió que Dios se encontraba detrás del 
mostrador. 

- ¿Qué vendes aquí? Le preguntó. 

- Todo lo que tu corazón desee. Respondió Dios. Sin atreverse casi a creer lo que estaba oyendo la mujer se decidió a pedir lo 
mejor que un ser humano podría desear: 

- Deseo que haya paz, amor, felicidad, sabiduría y la ausencia de todo temor dijo - y luego tras un instante de vacilación, añadió: no sólo para mí, sino para todo el mundo. Dios se sonrió y dijo: - Creo que no me has comprendido. Aquí no vendemos frutos, únicamente vendemos semillas. 

- Muchos de nosotros tenemos mentalidad de supermercado: estamos acostumbrados a tener toda la mercadería al alcance de la mano y lo más elaborada posible, donde tomamos lo que queremos y lo que no nos gusta lo desechamos.

- Ciertamente si así fuera todo en la vida nada malo ocurriría. Pero precisamente son las cosas negativas que nos hacen madurar, crecer, creer y confiar.


En la vida no es el hecho de que no existan los problemas lo que la haga más hermosa, sino es el hecho de que en medio de ellos aprendamos a amar a otros como a nosotros mismos. En nuestras oraciones, pedimos generalmente por cosas ya logradas. A veces esperamos que de un momento a otro Dios haga milagros. Pues he ahí la esencia de la vida, pidamos a Dios que nos dé semillas de amor, entendimiento, valor, fe, fuerza, paz interior y así poder lograr los frutos por nosotros mismos.

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