lunes, 1 de septiembre de 2008

DAR DE CORAZÓN


Hubo una vez un limosnero que estaba tendido al lado de la calle. Vio a lo lejos venir al rey con su corona y capa. "Le voy a pedir, de seguro me dará bastante" pensó el limosnero y cuando el rey pasó cerca le dijo: -Su majestad, ¿me podría por favor regalar una moneda?- aunque en su interior pensaba que el rey le iba a dar mucho.
 
El rey le miró y le dijo: -¿Por qué no me das algo tú? ¿Acaso no soy yo tu rey?-
 
El mendigo no sabía que responder a la pregunta y dijo: -Pero su majestad yo no tengo nada!-
 
El ¡rey respondió: -Algo debes de tener busca!-
 
Entre su asombro y enojo el mendigo buscó entre sus cosas y supo que tenía una naranja, un bollo de pan y unos granos de arroz". Pensó que el pan y la naranja eran mucho para darle, así que en medio de su enojo tomó 5 granos de arroz y se los dio al rey.
 
Complacido el rey dijo: -Ves como sí tenías!- Y le dio 5 monedas de oro, una por cada grano de arroz.
 
El mendigo dijo entonces: -Su majestad, creo que acá tengo otras cosas-, pero el rey no hizo caso y dijo: -Solamente de lo que me has dado de corazón te puedo yo dar-
 
Es fácil en esta historia reconocer como el rey representa a Dios, y el mendigo a nosotros. Notemos que el mendigo aún en su pobreza es egoísta y no se desprende de lo que tiene aún cuando su rey se lo pide.
 
A veces, Dios nos pide que le demos algo para así demostrarle que El es el más importante, muchas veces nos pide ser humildes, otras ser sinceros o no ser mentirosos. Nos negamos a darle a Dios lo que nos pide, pues creemos que no recibiremos nada a cambio sin pensar en que Dios devuelve el 100 por 1.
 
No sé que te pida Dios en este momento: ¿confianza?, sencillez?, ¿humildad?, ¿abandono en su voluntad? no lo sé, solamente sé que por lo que le des te devolverá mucho más y recuerda no darle solamente unos pocos granos dale todo lo que tengas pues, sinceramente,

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