martes, 19 de agosto de 2008

UNA NOCHE DECISIVA


Es de noche. Estoy el campo de Celaya temiendo que se me caiga encima tal enjambre de estrellas. Duermen mis compañeros. Hay un poco de fuego que crepita pacífico y muy lánguidamente. A estas horas mi padre roncará como un tronco y mi madre, despierta como yo, tendrá abiertos los postigos del cuarto y del alma, intentando rastrear en las sombras el perfil de mi aliento.

Beso el aire por ti, dulce María, madre mía, esta noche. Pero voy al encuentro de la guerra, hacia el sur por la senda que siguen en otoño los pájaros.

Soy un hombre ¿comprendes? He de abrirme camino y subir -machacando- a quien me esté delante. Escalones de gloria para tener un nombre y peldaños sociales para poder ser alguien. Y triunfar. Y ser rico. y mirar bien seguro, sin temor, al futuro. Por eso voy al sur.

Yo se que en tus entrañas tú lo piensas distinto: para ti yo soy alguien desde el mismo momento en que empecé a formarme dentro de tus adentros y sentiste mi cántico con la voz de tu instinto. Pero eso no es el mundo en que vivimos, madre: el mundo es un inhóspito ceño siempre arrugado donde ni se nos deja mentar los sentimientos.

No creas, yo he pensado también, y muchas veces que hay algo que se tuerce desde el día que naces. Cuando con mis amigos jugaba a hacerme el duro pensaba: ¡Quién pudiera dejarse de disfraces y ser sencillamente. Sin más; tal como es uno, como los animales, o el sol, o los almendros!

¡Esta pasión inútil por ser siempre el primero! ¡Esta nausea constante de vivir hacia afuera! ¡Este absurdo de vida donde apenas importas y no sabes si vives o te viven los otros porque desde pequeños te colocan encima estudios, religiones, valores, compromisos. Y acabas no sabiendo quién eres o que deseas de veras, o si hay alguien que no te esté mintiendo.

Sería muy hermoso tener la valentía de andar desnudo y libre como el viento... pero ya ves: me marcho al sur, a hacerme el fuerte para que nadie pueda herirme desde fuera !aunque para lograrlo yo me mate por dentro!
Mi padre, por ejemplo quiere que le suceda, que mejore, si puedo, su tienda y sus negocios. Confía en que yo adquiera un título de noble y sea el conde o el duque Francisco Camacho. Sé que le haré feliz cuando vuelva de Apaseo armado caballero por méritos de guerra.

Luego mis compañeros para ellos soy el tipo más cachondo del mundo. Y, además, con dinero. El rey del ligue, el tronco que se lleva las chicas y que es siempre el primero cuando hay que dar la cara o se forma algún lío. ¿Qué más puede pedirse? ¿De qué puedo quejarme si lo he tenido todo desde que fui pequeño?

Y sin embargo, madre, yo me noto en el fondo aburrido, hastiado, sin ilusión, vacío, y no estoy satisfecho cuando miro hacia atrás.

No es que -seamos sinceros- yo no haya disfrutado todo lo que he vivido y, en cierto modo incluso, no me parece mal; pero de alguna forma se que es tiempo perdido. que como dice siempre uno de mis amigos, “Tiene que haber algo más”

Y si existe eso otro, esa fuente de dicha donde puede beberse la vida a borbotones en vez de estos tristes sorbitos de alegría que sólo nos recuerdan lo grande que es aquella: ¿como va a contentarse Francisco Camacho con ser luciérnaga, pudiendo ser estrella?

Tengo veintitrés años. Ya no me queda tiempo para gastar mi tiempo en seguir ilusiones o andar siguiendo el paso a lo que esté de moda:

Si la alegría existe ¡Quiero tenerla toda! Si es posible estar vivo ¡Quiero estar vivo siempre! Y si hay sobre los reyes un Señor más potente yo no seré vasallo ni inclinaré mi frente más que ante ese Señor.

¿Guerras? ¿Para qué guerras? ¿Gloria? ¿Qué es esa gloria? ¿Quién me va a hacer más noble porque lo diga él? ¿Voy a ser yo más rico porque tenga dinero? ¿Voy a ser el primero porque tenga un papel donde diga “el primero”

NO

No quiero que mi vida sea esperar a mañana sabiendo que mañana va a ser igual que ayer.
Ni gastaré mis días en hacerme el más fuerte porque no hay fortaleza que resista la muerte. No se bien lo que haré; pero...

En mi pecho de hombre, desde que vine al mundo alguien canta una copla que yo apenas oía. Ahora se que esa copla es una sinfonía que el universo entero
canta dentro de mí.

Es un alud de música que sobrepasa el tiempo y el espacio. Es la cósmica canción de los planetas y el son de las galaxias que repite en armónico cada terrón de tierra.

Duerme en paz el valle; ruge sobre las cumbres; retumba la tormenta y silba con la lluvia: los seres están grávidos de asombros y deslumbres, desde los catastróficos derrumbamientos sísmicos hasta el humilde pálpito de un corazón de alondra.

Y yo abriré mis brazos en cruz, igual que un árbol, mientras mis pies descalzos entre las piedras hundo y dejaré a mi cuerpo vibrar, como una cuerda al ser
balanceado por la canción del mundo." 

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