lunes, 25 de agosto de 2008

DETENERSE


Que bueno es detenerse, Señor, me gustaría detenerme en este mismo instante. ¿Por qué tanta agitación? ¿Para qué tanto frenesí?

Ya no sé detenerme. Me he olvidado de rezar. Cierro ahora mis ojos. Quiero hablar contigo Señor. Quiero abrirme a tu universo, pero mis ojos se resisten a permanecer cerrados. Siento que una agitación frenética, invade mi cuerpo, que va y viene, se agita, esclavo de la prisa.

Señor, me gustaría detenerme ahora mismo. ¿Por qué tanta prisa? ¿Por qué tanta agitación?

Yo soy apenas una gota de agua en el océano inmenso de tu maravillosa creación.

Lo verdaderamente importante es buscar tu rostro bendito. Lo verdaderamente importante es detenerse de vez en cuando, y esforzarse en proclamar que Tú eres la Grandeza, la Hermosura, la Magnificencia, que Tú eres el Amor. Lo urgente es hacer y dejar que tú habites dentro de mí.

Vivir en la profundidad de las cosas y en el continuo esfuerzo por buscarte en el silencio de tu misterio.

Mi corazón continúa latiendo, pero de una manera diferente. No estoy haciendo nada, no estoy apurándome. Simplemente, estoy ante Ti, Señor. Y qué bueno es estar delante de Ti.  

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