lunes, 18 de agosto de 2008

QUEDATE CON TU TENEDOR


Había una joven a la que habían diagnosticado una enfermedad terminal y le habían dado dos meses de vida. Así que mientras estaba poniendo sus cosas en orden, se puso en contacto con su sacerdote y lo hizo venir a su casa para discutir ciertos aspectos de sus deseos finales. Ella le dijo cuales canciones quería que cantaran en el servicio, que lecturas le gustaría que leyeran, y con que vestido quería que la enterraran. Todo estaba en orden y el Sacerdote se estaba preparando para irse cuando la joven recordó de repente algo muy importante para ella. Hay otra cosa, dijo excitada. ¿De qué se trata? Fue la respuesta del Sacerdote. 

Esto es muy importante, la joven continuó. Quiero que me entierren con un tenedor en mi mano derecha. El sacerdote se quedó parado viendo a la joven, sin saber que decir. 

¿Eso le sorprende, verdad? La joven preguntó. 

Bueno, a decir verdad, estoy un poco confuso por la petición, dijo el Sacerdote. 
La joven explicó. Mi abuela me dijo una vez esta historia, y desde entonces, yo siempre lo hago. 

Yo también, siempre he tratado de transmitir ese mensaje a aquellos que amo y aquellos que necesitan aliento. En todos mis años de asistir a reuniones y cenas, siempre recuerdo que cuando retiraban los platos del platillo principal, alguien inevitablemente se acercaría y diría, Quédate con tu tenedor. Era mi parte favorita porque sabía que venía algo mejor, como un cremoso pastel de chocolate o una tarta de manzana. Algo maravilloso, y de contenido. Así que, quiero que la gente me vea en el féretro con un tenedor en mi mano y quiero que se pregunten, ¿Qué onda con el tenedor? Entonces quiero que les diga Quédate con tu tenedor, lo mejor está por venir. 

Los ojos del Sacerdote se llenaron de lágrimas de alegría y se despidió de la joven con un abrazo. 

Él sabía que sería una de las últimas veces que la vería antes de su muerte. Pero también sabía que la joven tenía un mejor concepto del cielo que él. 
Ella tenía un mejor concepto del cielo que mucha gente que tenía el doble de su edad, con el doble de experiencia y conocimiento. Ella SABÍA que algo mejor estaba por venir. 

En el funeral la gente caminaba hacia el féretro de la joven y veían la capa que estaba usando y el tenedor en su mano derecha. Una y otra vez, el Sacerdote escuchó la pregunta ¿Qué onda con el tenedor? Y una y otra vez sonreía. Durante el mensaje, el Sacerdote le dijo a la gente de la conversación que había sostenido con la joven poco antes de que falleciera. Además les dijo 
del tenedor y que simbolizaba para ella. 

El sacerdote le dijo a la gente cómo no podía dejar de pensar sobre el tenedor y les dijo que ellos probablemente tampoco podrían dejar de hacerlo. 
 
Él tenía razón. Así que la próxima vez que tomes tu tenedor, déjame recordarte gentilmente, que lo mejor está por venir. 

Quédate con tu tenedor. 

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