sábado, 16 de agosto de 2008

CON CRECES PARA LA VIDA ETERNA


Hace días leía en la calle un anuncio que decía con grandes letras negras: "Tú puedes emprender grandes empresas".

No había más palabras, ni imágenes. Esta frase abarcaba todo el espacio publicitario.

Nunca supe si se anunciaba algún producto, negocio o empleo. Pero la realidad es que se trataba de un mensaje necesario de aplicar a nuestra propia vida. Era, a mi parecer, para sacudir nuestra mente.

Hay muchos jóvenes que se lanzan a grandes ideales. Tienen la firme decisión de no descansar hasta lograr sus objetivos. Son los emprendedores, los decididos, los que no se dejan intimidar por pequeños o grandes obstáculos.

Pero también hay jóvenes que creen no poder hacer nada. Desilusionados de sí mismos, no intentan nada más que pasar la vida por encima. Otros no quieren ni mover un dedo, sino sólo divertirse. Les haría muy bien ver ese gran cartel.

Esta frase debería ser repetida continuamente. Muchas veces.

Siempre me impresionó el ejemplo de un amigo mío. Vivía trabajando. Existía para trabajar. Le decíamos el "hiperactivo". Era el clásico muchacho de dieciocho años: alegre, entusiasta, amable. Con sus cualidades físicas atraía a todas las chicas. Era alto, rubio, delgado y con una simpatía extraordinaria.

Tenía diversos proyectos. Organizaba las fiestas del colegio. Participaba en torneos de tenis y, para ello, entrenaba todas las tardes. Trabajaba en las oficinas de un banco. Recogía a sus hermanos menores del colegio. Asistía a todas las clases sin falta y, además, se ofrecía para explicar a quien no entendía las materias.

No descansaba y siempre estaba dispuesto a ayudar. Una vez le pedí si podía ir a buscar unos artículos que necesitaba de la papelería. Todavía no terminaba de decirle cuando él ya estaba en su auto.

En el último año de preparatoria los doctores le descubrieron cáncer cerebral. Un cáncer fulminante que en menos de seis meses terminó con su vida.

¿A dónde se fue tanto esfuerzo que él puso por hacer algo en su vida? ¿Dónde quedó todo el deseo que él tenía por emprender y finalizar grandes proyectos? ¿Qué sucedió con toda su caridad, amabilidad y simpatía?

Mi amigo se llevó todo consigo. Lo sembró, lo cosechó y lo guardó para el cielo.

Todos hemos sido dotados de grandes cualidades. Sólo que a algunos nos hace falta aprovecharlas. A veces pensamos que viviremos muchos años y que ya tendremos tiempo para hacerlo después.

Este triste acontecimiento nos golpeó muy duro. Algunos de mis compañeros y yo caímos en la cuenta de que nada vale nuestra vida si no la vivimos bien. No podemos "pasarla" nada más; hay que meter se de lleno.

El primer paso es el más difícil. Después nos sentiremos motivados por hacer más y ser mejores. Nuestro mundo actual exige competencia. Se necesitan jóvenes emprendedores y entusiastas.

No sólo por el hecho de haber estudiado medicina y poner tu consultorio la gente vendrá a verte. Debes mostrar tu habilidad y competencia en tu profesión y eso no sólo requiere un "diez" en el examen.

Sácale "jugo" a esos dones recibidos. Mucho te ha dado Dios. No los guardes para que sean vistos en el "baúl de los recuerdos" después de tu muerte.

Para triunfar hay que emprender. Y sólo logra llegar a la cima de la montaña quien desde un inicio está decidido a hacerlo.

Muchos han podido. ¿Quién dice que tú no puedes?

Aquí se trata de tu vida y eres tú el "director de la compañía". Es una empresa y hay que saberla administrar. Inviértela en grandes negocios y hazla fructificar con creces. Con creces para la vida eterna.

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