Yo caminaba frente a la Catedral de La Paz,
cuando me encontré una lámpara, la recogí del suelo y la froté. En eso de la
lámpara apareció un genio.
El genio me dijo: “Pú-chime, me has sacado de la
lámpara, y ya es la cuarta vez que me sacan de mi aposento los Pa´heños y ya
estoy harto de sus deseos, que si Leonel, que si Narciso, que si Liceaga, así
es que olvídate, de los tres deseos, solo te concederé uno”
Me senté en una banca del jardín Velasco,
pensé un rato y finalmente dije:
“Siempre he querido ir a Nueva York, pero me da
miedo el avión y en el ferry me mareo. ¿Me podrías construir un puente desde
San Lucas hasta Mazatlán, para que pueda ir en auto y continuar hasta Nueva
York?”
El genio se rio y dijo:
“Eso es imposible Panchito, piensa en lo difícil
que será construir los soportes en medio del golfo de California a unos cuatro
kilómetros de profundidad, piensa en la cantidad de acero y concreto, pues
estás hablando de un puente de trescientos cuatro kilómetros y habría que poner
una gasolinera cada cien kilómetros. Mejor piensa en otro deseo”
Yo comprendí lo difícil de mi petición, y
reflexionando, le dije al genio:
“He estado casado y divorciado tres veces. Mis
mujeres me han dicho que me preocupo de nada, que soy muy ignorante. Así es que
quiero saber lo siguiente:
Quiero saber como se sienten por dentro. Quiero
saber qué están pensando cuando me miran. Quiero saber porqué gritan y porque
lloran. Quiero saber que quieren cuando dicen, que no les pasa nada. Quiero
saber como puedo hacerle para hacerlas felices”
El genio me miró sorprendido y me preguntó:
“¿EL
PUENTE, LO QUIERES DE DOS O DE CUATRO CARRILES?”
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