En el camino aprendí que
llegar alto no es crecer. Ni que escuchar es oír. Que mirar no siempre es ver.
Ni lamentarse es sentir. Ni acostumbrarse es amar.
En el camino aprendí que
andar solo no es soledad. Que la cobardía no es paz, ni se es feliz por solo
sonreír. Y peor que mentir es silenciar la verdad.
Aprendí que puede un sueño
de amor, abrirse como una flor y come esa flor morir… Pero en su breve existir,
es todo aroma y color.
El camino me enseñó que la
humildad no es sumisión. La humildad es ese don que puede confundir. No es lo mismo
ser servil que ser buen servidor.
Cuando vayan mal las cosas,
como a veces suele suceder. Cuando ofrezca tu camino solo cuestas que subir.
Cuando tengas poco haber y mucho que pagar y precises sonreír aún teniendo que
llorar. Cuando el dolor te agobie y no puedas ya sufrir… Descansar acaso debes,
pero nunca desistir.
Cuando todo esté peor, más
debemos de insistir. Aprendí en mi largo camino que los amigos son: para el
frío abrigo. Para la oscuridad, la luz. Para el miedo, refugio. Para la
adversidad, esperanza.
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