Dicen que a cierta edad los humanos nos hacemos invisibles, que nuestro protagonismo en la escena de la vida, declina. Que nos volvemos inexistentes para un mundo en el cual sólo cabe el ímpetu de los años juveniles.
Yo no sé... Si me habré vuelto invisible para el mundo, es muy probable... Pero nunca fui tan consciente de mi existencia como ahora. Nunca me sentí tan protagonista de mi vida y nunca disfruté tanto de cada momento de ella.
DESCUBRÍ que no soy el príncipe encantado. DESCUBRÍ al ser humano que sencillamente soy, con sus miserias y grandezas.
DESCUBRÍ que puedo permitirme el lujo de no ser perfecto por estar lleno de defectos, de tener debilidades, de equivocarme, de hacer cosas indebidas, de no responder a las espectativas de los demás. A pesar de ello me quiero mucho, y siento por los demás mucho amor.
DESCUBRÍ que cuando me miro al espejo, ya no busco al que fui en el pasado... Sonrío a lo que soy ahora... Me alegra mucho del camino andado y pienso caminar mucho más.
DESCUBRÍ que solo debo saludar al hombre joven que fui y dejarlo a un lado, porque ahora me estorba. Su mundo estuvo lleno de ilusiones, de fantasías y sueños de volar, pero ya no me interesa. Ahora quiero ser yo, quizás un mal escritor, pero YO y nada más.
Que linda es la MADUREZ y no sentir desasosiegos, que produce por correr tras de los sueños. Que lindo es disfrutar el silencio y mis pensamientos.
La vida es tan corta y el oficio de vivirla es tan difícil, que cuando uno comienza a gozarlo en realidad, hay que morirse. Por eso doy gracias a Dios, por lo LO LINDO QUE ES DESCUBRIR LA MADUREZ.
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