Dependemos de la voluntad de
Dios para vivir.
Dependemos de la naturaleza
no solo para nuestra supervivencia.
También necesitamos a la
naturaleza para que nos enseñe el camino a casa, el camino de la salida de la
prisión de nuestras mentes.
Nos hemos perdido en el
hacer, en el pensar, en el recordar, en el anticipar. Estamos en un complejo
laberinto, en un mundo de problemas.
Hemos olvidado de ser, de
ser nosotros mismos, de estar en silencio, de estar donde está la vida.
Cuando camines o descanses,
honra este reino, goza de la vida, serénate, mira y escucha.
Observa como cada planta y
animal son completamente ellos mismos, no viven a través de imágenes mentales.
Tú no creaste tu cuerpo. En
tu cuerpo opera una inteligencia mayor que la mente humana.
Recuerda que para vivir
dependemos de la voluntad de Dios.
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