La
verdadera ciencia de la vida consiste en aprovechar el día presente, el día de
hoy, olvidando el pasado y dejando en paz el futuro…
Las
personas que cargan sobre sus hombros tres sacos a la vez: un saco pequeño
fácil de llevar, que es el saco de las penas, el trabajo y alegrías de un solos
día. “El día de hoy”…
Un segundo
saco pesado, abrumador, el del pasado: son esas gentes, que vuelven y vuelven a
recordar las penas pasadas, los fracasos que tuvieron, las heridas que
sufrieron y se empeñan en rascarse las heridas y así siempre están sangrando y
nunca se curan…
Y todavía
se empeñan en llevar un tercer saco muy pesado, el del futuro. Son los que
miran el mañana con miedo, esperando siempre lo peor…
Llevar hoy
la carga de mañana, unida a la de ayer, hacen tambalearse al más fuerte, pero
nadie nos manda a vivir así. Nadie nos manda llevar al mismo tiempo los tres
sacos…
El Señor de
la vida hizo las cosas más sencillas, y nos dijo: “Bástale a cada día su afán”
El creó el día para trabajar, luchar y esforzarnos y creó la noche para dormir,
decansar y olvidar…
Así en
realidad la vida consta de un solo día. Cada noche podríamos decir que morimos
por unas horas cuando dormimos, para resucitar nuevamente al despertar por la
mañana…
¿Por qué no
vivir un solo día por vez? El pasado ya pasó y no volverá; déjalo en paz. Si
puedo sacar de mi pasado alguna buena lección, está bien, la saco, pero si no,
la dejo, la olvido…
Nada gano
recordando mis problemas y amarguras de ayer; el futuro por otra parte aún no
llega, no sé si llagará, ¿Para que me preocupo?...
Lo único
que tengo, lo único de lo que soy dueño, es el día de hoy, por lo tanto lo voy
a disfrutar como si fuer el único día que voy a tener…
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