No se mide con quien sales,
ni por el número de personas con quienes has salido…
No se mide por la fama de tu
familia, por el dinero que tienes, por la marca de coche que manejas, ni por el
lugar donde estudias o trabajas…
No se mide ni por lo guapo o
feo que seas, por la marca de ropa que llevas, ni por los zapatos, ni por el tipo
de música que te gusta. Tu valor es simplemente otra cosa…
TU
VALOR SE MIDE:
Por el sabor de boca que
dejas a los demás con tu presencia y tus comentarios…
Según a quien amas y según a
quien dañas…
Por la felicidad o tristezas
que proporcionas a otros…
Por los compromisos que
cumples y las confianzas que traicionas…
Se trata de lo que se dice y
lo que se hace, y si esto es benéfico o dañino…
Se trata de a quien le haces
caso o le ignoras intencionalmente…
Se trata de los juicios que
formulas, y a quien o en contra de quien los comentas…
Se trata del amor, el
respeto o el resentimiento que llevas dentro de ti, y de cómo lo cultivas…
El no hacer demasiado alarde
de lo bueno que hagamos, cuando uno sabe su valor…
A veces no es necesario
decir nada ni firmar todo lo que hacemos para que todos lo vean, diciendo: “Mira,
yo lo hice…”
Tu valor se mide por la
capacidad que tengas de ser compasivo y comprensivo con los demás…
Por la capacidad que tengas
de ver más allá de las apariencias…
De valorar a las personas,
no por su aspecto o estatus…
De ser sencillo a pesar de
tener todo, para ser altivo…
De dar un buen trato a todas
las personas, aún a las más humildes…
Que son las que necesitan de
una muestra de interés, cariño o humanidad…
La vida será tan justa para
ti, como lo eres para los demás.
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